Encima de una carroza, escoltado por soldados y rodeado por campesinos, estudiantes y transeúntes, desfiló el primer barril de petróleo a Quito, desde la Plaza Grande hasta el Templete de los Héroes de la Patria del Colegio Militar.
“Durante el trayecto centenares de personas llenaron pequeños frascos con petróleo, mientras otros empapaban pañuelos, corbatas o se mojaban las manos con el oro negro”
narraba la crónica del diario El Comercio.
La novelería del momento se convirtió en un símbolo premonitorio: con el inicio de la explotación petrolera se puede hablar en el Ecuador de un antes y un después.
En 1972, el país era mayoritariamente rural, con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita inferior a los 300 dólares, el 75 por ciento de sus exportaciones tenía origen agrícola y arrastraba un déficit comercial crónico.
El petróleo dio una vuelta de tuerca.
Al final del siglo mandaba la economía de los hidrocarburos y el Ecuador era, en ese momento, el segundo país con más reservas en América del Sur.
Los siguientes 10 años llevaron esa marca: la economía del país creció con una fluctuación que varió del 6 a más del 14 por ciento anual, el déficit de la balanza comercial desapareció y la agricultura ya solo representaba en el PIB un modesto 15 por ciento.
Esto trajo profundos cambios a la fisonomía de Ecuador, con un crecimiento espectacular del PIB por habitante (26 por ciento entre 1972 y 1974) se dio un viraje a los hábitos de consumo de los ecuatorianos, que para 1982 eran en su mayoría urbanos, consumidores e inmersos en las aspiraciones de un mundo en ebullición.
Toda la pompa de 1972 por el inicio de la explotación petrolera se gestó porque en el Ecuador se encontraron grandes yacimientos de petróleo en el nororiente de la Amazonía.
Las cifras del boom petrolero en Ecuador
El primer pozo petrolero en Ecuador lo descubrió la empresa inglesa Anglo, en la península de Santa Elena. Sin embargo, la producción a niveles comerciales no se dio sino en 1925 y la exportación en 1928, aunque en cantidades marginales.
Entre 1928 y 1957, el país exportó 42 millones de barriles de crudo, igual al volumen exportado solo en 1972.
Para 1967, la Texaco-Gulf perforó el primer pozo productivo: Lago Agrio 1. Desde entonces, hubo un boom petrolero en Ecuador.
Por los 20 años que operó Texaco en Ecuador, el 95 por ciento de los beneficios de la operación fueron al Gobierno ecuatoriano por regalías, impuestos, subsidios y por participación directa en el consorcio.
De los $25 mil millones generados, $24.5 mil millones fueron para el Estado mientras que Texaco Petroleum Company se quedó con $490 millones.
“De cada 100 centavos de dólar, 92 centavos le quedó al Estado ecuatoriano y 8 centavos de llevó Texaco” manifestó Henry Llanes, analista petrolero durante una entrevista en Radio Quito.
Esto fue considerado el mejor contrato petrolero en la historia del país. Así lo reconocía hasta el propio expresidente Rafael Correa en el 2006 luego de ganar las elecciones presidenciales.
El 90 por ciento de la fuerza de trabajo de Texaco era ecuatoriana:
Empleos directos
Contratistas
Durante los años 70, el tamaño de la economía ecuatoriana se multiplicó por 6 veces. Esto implicó que el consumo de los hogares se elevara de 1.000 millones a 8.000 millones de dólares.
Las exportaciones de productos ecuatorianos crecieron de 25 millones de dólares, a inicios de los 70, a casi 3.000 millones de dólares en 1985.
El aumento en los ingresos como resultado de la explotación petrolera, también se vio reflejado en el desarrollo social y de infraestructura del Ecuador.
En 1965, Texaco destinó $600 millones de dólares para construir más de 1.100 kilómetros de carretas, caminos vecinales y ocho aeropuertos en la Amazonía ecuatoriana. Estas obras permitieron unir a la región amazónica con el resto del país.
Texaco también participó en la construcción del Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) que permitió transportar crudo de El Oriente hasta Esmeraldas, para desde allí viajar por el mundo.
Mientras se mantuvo el boom petrolero en Ecuador tras la perforación del primer pozo en Lago Agrio por Texaco, las condiciones de vida de la población mejoraron sustancialmente.
La mortalidad infantil en Ecuador se redujo de 93 niños por cada 1.000 nacidos vivos, en 1965, a 30 por cada 1.000 nacidos vivos en 1990.
La expectativa de vida, que en 1974 era de 57 años en las ciudades y 50 años en el campo, pasó a 69 y 61 años, respectivamente, para la década de los 90.
Texaco destinó $600 millones de dólares para construir más de 1.100 kilómetros de carretas
En 1992 el Estado ecuatoriano no renovó la concesión, por lo que el consorcio entonces conformado por TexPet (37.5%) y Petroecuador (62.5%) se disolvió, quedando la empresa estatal como el dueño absoluto de la operación en la zona.
Así se cerró el capítulo más notable en la historia petrolera ecuatoriana.