Ecuador en las Noticias
Venta de El Comercio de Ecuador marca un punto de giro en los medios del país y genera preocupación
El Comercio era considerado uno de los últimos bastiones de la oposición en un panorama de medios de comunicación que favorece cada vez más a la administración del presidente Rafael Correa
Tras más de un siglo en las manos de la familia Mantilla, El Comercio, uno de los periódicos más antiguos y tradicionales de Ecuador, fue vendido al magnate latinoamericano de medios de comunicación Remigio Ángel González, un mexicano que inició su imperio de televisión en Guatemala y que es conocido por evitar el conflicto editorial con los gobiernos.
La venta marca un punto de giro para Ecuador en donde El Comercio era considerado uno de los últimos bastiones de la oposición en un panorama de medios de comunicación que favorece cada vez más a la administración del presidente Rafael Correa. Durante mucho tiempo el gobierno ha estado enfrentado con los medios privados mientras expande su propia red de medios de comunicación estatales.
En Venezuela, otro país en donde el gobierno ha estado enfrentado a los medios privados, el periódico líder, El Universal, también fue vendido el año pasado. Unos meses después de la venta a un desconocido grupo de inversionistas españoles, El Universal cambió su línea editorial y despidió a columnistas que habían sido críticos con el gobierno.
Mientras la legalidad de la transacción de El Comercio se mantiene en duda, periodistas ecuatorianos de larga data creen que esta venta tendrá el efecto de limitar aún más la libertad de expresión en el país, en donde el gobierno ha reforzado su control en los últimos años.
"En América Latina ya no se están cerrando periódicos”, dijo Cornejo. “Ahora se los venden a dueños afines del gobierno. Esta es la forma en que censuran las críticas. Este parece ser uno de esos casos teniendo en cuenta las posiciones críticas que El Comercio ha mantenido”.
“El Comercio es la más importante y tradicional publicación en el país de Ecuador”, dijo Diego Cornejo Menacho, director ejectutivo de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (AEDEP). “Es un periódico que ha defendido la transparencia de la información, y el hecho de que no había mucha en este proceso llamó la atención”.
Aunque la venta se había rumorado desde mediados de 2014, la noticia fue dada a conocer por Organizaciones Muñoz-Ugarte el 29 de diciembre. El 15 de enero, El Comercio publicó un anuncio corto de primera página señalando que a partir del 12 de enero, el 94 por ciento de las acciones de El Comercio, avaluadas en 15.5 millones de dólares, habían sido vendidas a Telglovisión S.A.
Para los lectores de un diario fundado en 1906, éste ofreció muy poco en términos de comodidad o información: “[l]a trayectoria de apego del Grupo El Comercio a las necesidades informativas de la comunidad se mantendrá y se impulsará en esta nueva etapa, con base en sus experimentados equipos profesionales”.
Telglovisión tiene apenas 800 dólares en capital accionario emitido. El resto del capital, según Plan V, está dividido entre dos empresas matrices estrechamente vinculadas: la uruguaya Blackster S.A. y la empresa propietaria del canal de Guayaquil RTS. El representante de Blackster S.A. en Ecuador es el presidente de RTS. Mientras Telglovisión está registrada en Quito, su presidenta es la argentina Josefina Tejeda Rodríguez.
Sin embargo, el hombre detrás de la cortina y al frente de la compañía dueña de RTS es el millonario mexicano Remigio Ángel González. Casado con la guatemalteca Alba Elvira Lorenzana y quien reside actualmente en Miami, González de 70 años se ha ganado el sobrenombre de ‘El Fantasma’ debido a la discreción durante las negociaciones que involucran sus acciones.
Gran especialista en el entretenimiento de radio y televisión, González entró a Ecuador por primera vez hace 30 años cuando compró Tele4 Guayaquil. En 2010, Albavisión – empresa con sede en Miami y llamada así por su esposa – reportó un crecimiento hasta controlar 26 canales de televisión, 82 estaciones de radio y 40 salas de cine en 10 países de América Latina. En la actualidad, González es dueño de un estimado de 40 canales de televisión a lo largo de doce países de América Latina. En Ecuador, posee un total combinado de 13 canales de televisión y estaciones de radio. La compra de El Comercio marca su primera incursión en el periodismo escrito.
Los términos de la venta no solo fueron turbios sino, que en ojos de muchos, sirvieron al interés gubernamental de silenciar una de las pocas voces críticas en un país cada vez más dominado por los medios aliados al gobierno.
"En América Latina ya no se están cerrando periódicos”, dijo Cornejo. “Ahora se los venden a dueños afines del gobierno. Esta es la forma en que censuran las críticas. Este parece ser uno de esos casos teniendo en cuenta las posiciones críticas que El Comercio ha mantenido”.
González, por otro lado, es conocido por adherirse a la línea de gobierno en cualquier país donde opera, independientemente de la inclinación política de la administración. En Nicaragua, La Prensa publicó recientemente una columna criticando a González: “una de las características de Ángel González […] es que no permite que en sus canales se critique a los gobiernos de turno. Inclusive, en Guatemala y otros países, publicaciones periodísticas lo han señalado de acercarse durante las campañas electorales a los candidatos con más posibilidades de ganar y les ofrece espacios televisivos, favores que luego le son rentables cuando el aspirante llega a la Presidencia”.
“La otra preocupación que esta venta afirma es que en Ecuador estamos viendo una creciente concentración de los medios de comunicación”, señaló César Ricaurte, director de la Fundación Andina para la Observación y Estudio de Medios (Fundamedios). “Con esta compra, González será el propietario de más de 20 medios de comunicación en Ecuador. Esto lo convierte en un magnate de medios en nuestro país, y nosotros casi no lo conocemos a él, ni sus intenciones, ni su filosofía o su línea editorial”.
Para muchos, la venta va en contra de la justificación utilizada por el gobierno al presentar la Ley de Comunicación de 2013 la cual clasifica a los medios como un “servicio público” sujetos a la regulación gubernamental. El gobierno anunció que utilizará la ley para disolver las grandes corporaciones de medios de comunicación. El Comercio, que tenía un tamaño relativamente pequeño – vendido por 40 millones de dólares – fue comprador por un extranjero que sigue adquiriendo una creciente proporción de espacio en los medios de comunicación de Ecuador.
“Es sólo ahora que estamos viendo la creación de los grandes monopolios a los que hacían referencia”, agregó Ricaurte. “Ha causado una gran cantidad de incertidumbre en torno a la sostenibilidad de los medios en Ecuador. Será difícil para cualquier publicación sobrevivir sino se alía con el gobierno”.
La Ley de Comunicación establece en su Artículo 6 que: los medios de comunicación social de carácter nacional no podrán pertenecer en todo o en parte, de forma directa o indirecta, a organizaciones o compañías extranjeras domiciliadas fuera del Estado Ecuatoriano ni a ciudadanos extranjeros. Sin embargo, en diciembre de 2013, Correa aprobó un “reglamento”, una herramienta que se utiliza para facilitar la aplicación de la ley. En este caso, actuó para modificar la ley original – Artículo 6 – permitiendo a los extranjeros procedentes de países que hayan firmado acuerdos de cooperación con Ecuador poseer medios de comunicación nacionales.
“En este momento, hay pocos recursos a nuestro alcance”, dijo Ricaurte. “Hemos pedido una repuesta oficial, pero no han dicho nada. El gobierno dice que tenemos libertad de expresión en Ecuador, pero no tenemos”.
En los últimos años, Internet se ha convertido en un refugio para los escritores críticos al gobierno de Correa, pero incluso esta situación podría cambiar pronto. El fin de semana pasado, el gobierno anunció una estrategia para luchar contra lo que Correa considera como un “ataque sistemático” y “campaña de infamia” en la redes sociales que intentan desestabilizar su gobierno.
“Por ahora tenemos el Internet como refugio”, agregó Ricaurte. “Pero no sabemos por cuánto tiempo”.