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Crónicas

Un espectáculo digno del Circo del Sol en Shushufindi Sur

14/12/2021 Crónicas - Enrique Carvajal - Enrique Carvajal

“En una rama estaban posadas otras tres grandes aves, y antes de que el águila se pose sobre esa rama, un gallinazo se descoló”

Un espectáculo digno del Circo del Sol en Shushufindi Sur / Foto: Google Images Un espectáculo digno del Circo del Sol en Shushufindi Sur / Foto: Google Images

Un espectáculo digno del Circo del Sol en Shushufindi Sur / Foto: Google Images

Estamos en la provincia de Sucumbíos, estación de producción Shushufindi Sur, donde se efectúa una inspección judicial. Inspeccionaremos un mechero quemador de gas de petróleo.

Caminamos en fila sobre una berma construida alrededor de tanques de almacenamiento de crudo. Los abogados de los demandantes caminan delante, el juez al medio y nosotros detrás. El mechero está lejos de zonas pobladas y se alza a unos cuántos metros sobre el nivel de la berma.

El juez instala la inspección y concede la palabra a los abogados demandantes, cuando ocurre algo insólito: como surgido de la nada, un águila arpía se precipita en vuelo hacia la boca del mechero sobre el cual se mantiene en vuelo estático y con leves golpes de ala sube y baja en arriesgado jugueteo con las lenguas de fuego.

Su mirada está fija en la pira a la que desafía como flotando a escasos centímetros por encima. Luego se dirigió hacia un árbol solitario, a unos cuántos metros. En una rama estaban posadas otras tres grandes aves, y antes de que el águila se pose sobre esa rama, un gallinazo se descoló y voló directamente hacia el mechero para ejecutar el mismo espectáculo, tal como lo hizo el águila, pero en su propio estilo.

Sus alas apenas vibraban controlando su distancia con el fuego. Finalmente ascendió en espiral buscando aire fresco y se dirigió hacia el árbol. Indudablemente, estábamos teniendo el privilegio de presenciar un reto entre dos gladiadores maestros del vuelo que enfrentaban un reto con arrojo y valentía.

En el árbol estaban otros gallinazo y águila y supuse que esperaban su turno para concursar, pero sorpresivamente quien salió en vuelo fue el mismo águila para repetir el espectáculo. A continuación lo ratificó el anterior gallinazo, y así, el show se presentó tres veces con los mismos actores. ¿Pero qué hacían las otras dos aves que no participaron en el reto? Me atrevo a elucubrar que eran las compañeras de los retadores que los alentaban con su presencia.

Dos “casanovas” de especies distintas han concebido la singular idea de crear un complejo deporte extremo y un espectáculo digno del Circo del Sol, con el único fin de impresionar y conquistar a sus admiradoras, en una prueba de inteligencia animal y de una legítima demostración de amor, sin importarles la presencia humana.

Con esta fascinante interacción entre la vida silvestre y la tecnología humana, las valerosas aves redujeron al mínimo los deleznables argumentos de los abogados demandantes, a quienes no les quedó nada importante por argüir.

 

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