Internacional
"La ecología mata al campo", denuncian los agricultores franceses
Agricultores franceses quemaron frutas españolas durante una manifestación en la que han bloqueado la autopista A9 en Nîmes
Agricultores franceses quemaron frutas españolas durante una manifestación en la que han bloqueado la autopista A9 en Nîmes/ Foto: cortesía EFE
"No sé cómo hemos llegado aquí, pero la ecología está matando al campo", asegura Guillaume, productor de frutas de la región de París, que por tercer día consecutivo ha acampado en una autopista que conduce a la capital de Francia para mostrar su descontento con la política agrícola.
Junto a medio centenar de colegas, procedentes de la comarca de Cergy, a unos 70 kilómetros al noroeste de la capital, este campesino de 60 años mantiene viva la amenaza de bloquear el acceso a París si el Gobierno no reacciona.
Mientras el primer ministro, Gabriel Attal, desgrana sus propuestas en una granja del sur del país, Guillaume y el resto de los manifestantes muestran desánimo: "No son más que palabras", dicen mientras hacen con la mano el gesto de tocar el violín, que significa que no creen lo que dice.
Maude acaba de hacerse con las riendas de la explotación hortícola de su familia y coincide en que las cosas no son sencillas: "Nos imponen normas que ningún otro país europeo tiene. Es la competencia desleal", lamenta.
Pero como Guillaume, esta joven agricultora cree también que "la protección del planeta no puede reposar en los hombros de los agricultores".
"Nosotros no podemos utilizar productos fitosanitarios que en otros países son habituales. Así es más difícil competir", señala.
Los árboles de la reciente Navidad sirven de combustible a varias hogueras que rodean la manifestación en la que medio centenar de tractores bordean la autopista, lo que ralentiza el tráfico, bajo la atenta mirada de un destacamento de gendarmes.
París en el punto de mira
Las palabras del primer ministro no calman el enfado. Al contrario, Audrey, que representa a la organización Jóvenes Agricultores, cree que la protesta debe llegar a la capital para hacer entender al Gobierno "que no se puede vivir del trabajo en el campo".
Lo importante para ellos es que la protesta no pierda aliento. "Ayer estuvimos hasta medianoche y esta noche haremos lo mismo", asegura Julien.
Un grupo de tractores partió a primera hora de la tarde con dirección a París. Una forma de mostrar a las autoridades que la amenaza es real y que el golpe de efecto de entrar en la capital no está excluido en los próximos días.
Todos ellos tienen marcada una fecha en el calendario: el próximo 24 de febrero se abre el Salón de la Agricultura de París, la mayor cita agrícola del continente, según los organizadores.
"Somos conscientes de que todo lo que reclamamos no se puede lograr en unos pocos días. Pero hay un mes por delante para el Salón de la Agricultura y, entonces, pediremos cuentas", señala.
Hasta entonces, nadie se aventura a saber qué sucederá con el movimiento de protesta campesino que comenzó hace cuatro días y que ha ido cobrando fuerza.
Las acciones están siendo más importantes en el sur del país, pero los agricultores de la región de París saben que tienen una 'bala en la recámara': la capacidad de bloquear la capital.
Poco antes de la intervención del primer ministro anunciaron el corte de cinco ejes que conducen a la ciudad y en las próximas horas decidirán si van más allá.
En Cergy, todo está listo para continuar con la protesta. Los agricultores reciben la visita de Martin, un párroco de la zona, que ha venido "a mostrar el apoyo a muchos feligreses".
"Son muchos los que me hacen partícipe de sus problemas. Me dicen que les cuesta vivir de su trabajo. Yo no conozco bien la situación, pero algo hay que hacer", asegura el cura.
A sus 28 años, Thierry comienza a hacerse con las riendas de la explotación de cereal y remolacha azucarera de su padre, tras haber acabado los estudios universitarios y haber trabajado en otros sectores.
Pero duda de que pueda seguir adelante. Cuando se le pregunta cuánto cuesta su tractor, responde socarrón: "Como un piso".
Reconoce que el clima les da una ventaja competitiva sobre España en la producción de remolacha azucarera, pero se queja del encarecimiento de la maquinaria: "Nosotros hemos decidido subcontratar muchas tareas para tener que invertir menos", sintetiza.
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