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Hecho en China, exportado al mundo: El estado de espionaje también tuvo sus secuelas en Ecuador

24/04/2019 Código Vidrio - Paul Mozur, Jonah M. Kessel & Melissa Chan

Código Vidrio colaboró, en Ecuador, en la investigación que un equipo del New York Times realizó, durante varios meses del 2018, sobre el sistema de vigilancia con tecnología china. Reproducimos íntegramente este reportaje del medio estadounidense, que este año ha publicado una serie sobre la influencia del dragón y su estrategia para covertirse en la primera potencia. Código Vidrio colaboró, en Ecuador, en la investigación que un equipo del New York Times realizó, durante varios meses del 2018, sobre el sistema de vigilancia con tecnología china. Reproducimos íntegramente este reportaje del medio estadounidense, que este año ha publicado una serie sobre la influencia del dragón y su estrategia para covertirse en la primera potencia.

Foto: Código Vidrio Foto: Código Vidrio

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En Ecuador, 4.300 poderosas cámaras a lo largo del país envían videos a 16 centros, que son examinados por 3.000 vigilantes. El sistema se originó y fue contratado con China. El Centro de Inteligencia Estratégica (CIES), ex Senain, puede observar en una sala de monitoreo las imágenes que llegan al ECU-911. Opositores y periodistas dicen que el sistema de cámaras, que es publicitado como un mecanismo para mejorar la seguridad ciudadana, también se usó para espionaje político, en el anterior gobierno. El gigante asiático se convirtió en la capital global de la vigilancia y el control de masas con la tecnología. 

El espacioso y gris edificio en la capital del Ecuador dispone de una vista extraordinaria de la extensión de la ciudad: desde las lomas en la base del valle de los Andes, hasta los barrios de color pastel que llenan los costados de las montañas.

Sin embargo, los policías que trabajan adentro tienen su mirada en otros lugares. Pasan sus días monitoreando las pantallas de sus computadoras, analizando las grabaciones que vienen de 4 300 cámaras esparcidas en todo el país.

Estas potentes cámaras envían grabaciones a 16 centros en el Ecuador, que emplean a más de 3 000 personas. Armados con toletes, los policías controlan las cámaras y registran las calles buscando tráfico de drogas, robos y asesinatos. Si llegan a ver algo, le hacen un zoom.

Este “paraíso de fisgones” está hecho con tecnología del país que rápidamente se está convirtiendo en la capital global de la vigilancia: China.

El sistema, vendido a Ecuador a inicios del 2011, es una versión básica de un programa de controles computarizados en el que Beijing ha invertido miles de millones en más de una década de progreso tecnológico. Según el gobierno del Ecuador, estas cámaras brindan grabaciones a la policía para revisiones manuales.

Sin embargo, una investigación del New York Times encontró que las grabaciones también van a la agencia de inteligencia doméstica, que bajo el mandato del expresidente Rafael Correa acumuló un extenso historial de persecución, intimidación y ataques a oponentes políticos. A pesar de que la nueva administración, bajo el presidente Lenín Moreno, investiga los abusos de esta entidad, ésta ha seguido recibiendo los videos.

Tras adoptar por primera vez a este servicio, el Ecuador muestra cómo la tecnología desarrollada para el sistema político de China es aplicada – y a veces abusada – por otros gobiernos en la actualidad. Hoy en día, 18 países – incluyendo Zimbabue, Uzbekistán, Pakistán, Kenia, los Emiratos Árabes Unidos y Alemania – usan estos sistemas inteligentes de monitoreo, y 36 han recibido entrenamiento en asuntos como “asesoramiento de la opinión pública”, que típicamente es un eufemismo para la censura, según un reporte de octubre del grupo de investigación pro-democracia Freedom House.

Con los conocimientos y los equipos de vigilancia de China circulando mundialmente, los críticos advierten que este sistema podría ayudar a sustentar un futuro de autoritarismo tecnológico. Estas tecnologías, comúnmente descritas como sistemas de seguridad pública, tienen potencial para usos más turbios pudiendo ser usados como medios de represión política.

“Nos venden esto como el futuro de los gobiernos; el futuro será controlar las masas a través de la tecnología,” dice Adrian Shahbaz, director investigativo del Freedom House, sobre las nuevas exportaciones tecnológicas de China.

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