Ciencia y Tecnología

Estándares en el alumbrado público mejoran la calidad de vida en las urbes

05/03/2021 IIGE - Ángel Toapanta, Analista Técnico IIGE

El alumbrado público es un servicio que brinda iluminación artificial a los espacios comunes utilizados por la ciudadanía

Estándares en el alumbrado público mejoran la calidad de vida en las urbes / Foto IIGE Estándares en el alumbrado público mejoran la calidad de vida en las urbes / Foto IIGE

Estándares en el alumbrado público mejoran la calidad de vida en las urbes / Foto IIGE

El alumbrado público es un servicio que brinda iluminación artificial a los espacios comunes utilizados por la ciudadanía, entre los que se encuentran vías motorizadas, no motorizadas, parques, áreas deportivas, entre otros, ayudando al desarrollo de actividades, en horas que no se cuenta con la iluminación natural o en lugares en que esta es escasa, como el transporte, la recreación, el deporte, entre otros y, aportando a la sensación de seguridad de los transeúntes, constituyéndose en un factor necesario para la actividad nocturna de la ciudadanía. 

La iluminación artificial de las calles ayuda a visualizar las señales de tránsito y controlar el entorno para evitar accidentes. La Comisión Internacional de Iluminación (CIE, por sus siglas en francés) ha publicado estándares que presentan parámetros con valores mínimos exigidos para realizar una buena iluminación de este tipo de espacios. Uno de estos parámetros es la luminancia promedio, medida en candelas por metro cuadrado (), que representa la cantidad de luz que es reflejada por una carretera iluminada; es decir, la luz que perciben conductores en movimiento. Es fundamental que el diseño de iluminación cumpla con este tipo de requisitos, de otro modo, podrían generarse inconvenientes; por ejemplo, en Nueva Zelanda, Michael Jackett y su equipo desarrollaron un estudio que encontró una relación entre el número de accidentes de tránsito y la luminancia promedio () de las vías, demostrando la necesidad de una buena iluminación en aquellas con tránsito motorizado. 

“Las demandas ciudadanas por iluminación de los espacios públicos y otras institucionales como el ornato general, proyectos arquitectónicos o calificaciones internacionales, hacen del alumbrado público una necesidad permanente.”

La temperatura de color correlacionada, que determina el color aparente que tendrá una fuente de luz en el diagrama de colores de la CIE 1931, es otro factor importante. Las calles y pasajes de las ciudades se iluminan, generalmente, con tecnología HID (del inglés High Intensity Discharge) de sodio de alta presión, cuya temperatura de color es de 3.000-4.000 K (color ámbar), no obstante, con la transición a tecnología LED (del inglés Light-Emitting Diode), existen varias zonas, en particular turísticas, en las que se colocan luminarias con temperaturas de color 5.000-6.000 K o incluso mayores (blanco frío), que entrega a los usuarios una sensación de actividad y movimiento. No obstante, existen estudios como el de Jeff Hecht, que analiza una mala influencia en ambientes naturales por la iluminación pública con altas temperaturas de color. 

La iluminación permite el movimiento microeconómico en el área turística en ciudades, por ejemplo, existen zonas como el Cerro Santa Ana de Guayaquil o el Centro Histórico de Quito que explotan su belleza nocturna gracias a la iluminación ornamental, esta se conjuga con las demandas visuales de conductores y peatones para explotar el sector turístico.

“El trabajo de los entes de adquisición y regulación de alumbrado público pueden garantizar el mantenimiento de mínimos exigidos en para estructuras viales, verificación de parámetros propios de las luminarias como temperatura de color o intensidades luminosas y su vida útil.”

La recreación también es un eje importante en el uso ciudadano del alumbrado público. La práctica deportiva nocturna es posible gracias a la iluminación pública y los ciudadanos pueden disfrutar de su deporte o pasatiempo favorito porque la luz artificial permite acceder a lugares donde se puede emprender estas actividades en horas de la noche. Así, como en la iluminación vial existen mínimos requeridos, para los escenarios deportivos también los hay y es importante tenerlos en cuenta.

Las demandas ciudadanas por iluminación de los espacios públicos y otras institucionales como el ornato general, proyectos arquitectónicos o calificaciones internacionales, hacen del alumbrado público una necesidad permanente. Todos los ciudadanos pagan por este servicio en la planilla de consumo eléctrico y esta es una de las razones de los nuevos proyectos de eficiencia energética. Estos se basan en la optimización de los sistemas de alumbrado público, generalmente mediante el adecuado reemplazo de las luminarias tradicionales por luminarias basadas en nuevas tecnologías, como los equipos LED. 

Las luminarias tipo LED tienen más horas de vida útil y no necesitan ser reemplazadas frecuentemente, como es el caso de las luminarias tradicionales con lámparas HID. La vida útil de una lámpara HID utilizada en una luminaria de alumbrado público está en alrededor de las 12.000 horas, mientras los fabricantes más conservadores aseguran que una luminaria de alumbrado público de estado sólido (LED) puede tener una vida útil mayor a 100.000 horas. Actualmente existen protocolos (IES LM 80 Medición del Mantenimiento Lumínico de las Fuentes de Luz LED, por ejemplo) de pruebas de vida aceleradas y técnicas de extrapolación, dado que es técnicamente inviable envejecer una luminaria 100.000 horas (11 años aproximadamente) y verificar este valor. Estos protocolos son importantes dado que al ser una tecnología en evolución, aquellas luminarias que iniciaron su prueba de vida hace 5 años, no tienen nada que ver con la tecnología que utilizan las comercializadas en la actualidad, es decir, vuelven obsoletos a los equipos, antes que pueda verificarse. No obstante, es importante para los compradores verificar estos valores de algún modo y utilizar los protocolos vigentes.

El trabajo de los entes de adquisición y regulación de alumbrado público pueden garantizar el mantenimiento de mínimos exigidos en para estructuras viales, verificación de parámetros propios de las luminarias como temperatura de color o intensidades luminosas y su vida útil. 

Si bien Ecuador no posee aún la capacidad de verificación de todos los parámetros 

mencionados, hasta que se cuente con la capacidad técnica, para la adquisición de lámparas, es importante la exigencia de una verificación local en laboratorios certificados, de los parámetros declarados que pudieran ser verificados localmente. Este trabajo permitirá a la ciudadanía en general y sobre todo a quienes pagan por este servicio, disfrutar de un alumbrado público de calidad que permita el desarrollo de sus actividades y cumpla con sus demandas visuales.

 

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