Seguridad
En Patuca, los excombatientes ahora luchan contra el olvido
Las comunidades, en su mayoría shuar, reciben el agua a través de tubos. No hay alcantarillado y en algunos puntos carecen de luz eléctrica.
Cuando el sargento Ángel Guerrero llegó con el pase a la parroquia de Patuca, en 1994, encontró un pueblo en medio de la selva. No tenía servicios básicos.
Los niños estaban desnutridos. La mayoría de su gente era campesina y analfabeta. Pese a las carencias, a inicios de 1995, los pobladores mataban una gallina o un cerdo para alimentar a los soldados que combatían en el Cenepa. Guerrero era uno de esos militares. Ahora, a sus 64 años está retirado, dejó su natal Chimborazo y se quedó a vivir en Patuca, un pueblo de Morona en donde se instaló el centro de operaciones de la guerra.
20 años después de la firma de la paz, dice que se han olvidado de los combatientes. Él no ha sido considerado héroe.
Ahora cría peces, pollos y chanchos y cuida una propiedad en Patuca, una zona que dejó de ser aldea y creció.
Ahora tiene una pequeña zona urbana con cuatro calles empedradas y el parque central. Cerca de ahí hay una cancha de fútbol, un infocentro con Internet, una casa de salud con cinco médicos (otra está más alejada). La Unidad Educativa Héroes del Cenepa graduará este año a la tercera generación de bachilleres.
Pese a estos avances, la pobreza, la desnutrición y la falta de servicios básicos y de producción aún aquejan.
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