Ecuador en las Noticias
El caudillo que habló un año sin parar
El presidente de la República pertenece a esa estirpe de caudillos tropicales que son capaces de hablar por horas sin detenerse: todo un clásico.
A Rafael Correa no hay quien lo haga callar. Ya sea porque le gusta el sonido de su propia voz o porque está persuadido de la profundidad y la importancia de todo lo que dice, el presidente de la República pertenece a esa estirpe de caudillos tropicales que son capaces de hablar por horas sin detenerse: todo un clásico. Su última sabatina, la que animó el 5 de marzo en Vilcabamba, tuvo una duración de 4 horas y media: media hora por encima del promedio de los últimos seis meses. Y tiende a subir. Dos días después, el lunes 7 de marzo, viajó a la provincia de Sucumbíos, donde asistió a la inauguración del Hospital del Día del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, tomó la palabra y habló durante una hora y 7 minutos; presidió la apertura de la Unidad Educativa del Milenio Camilo Gallegos y pronunció un discurso de 56 minutos; inauguró un nuevo puente sobre el río Aguarico y estuvo a cargo del micrófono (descontando los cuatro minutos que le tomó despachar la canción “Saber que se puede”, de Diego Torres) durante 46 minutos; por último, para demostrar que sólo se ocupa de las cosas importantes, solemnizó con su presencia la inauguración de una nueva gasolinera de Petroecuador, ceremonia histórica donde las hay, y garló 19 minutos extras. Todo en un solo día. En total, en un lapso menor a 16 horas, el presidente de la República habló durante 3 horas y 8 minutos.
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