Confort térmico en edificios: clave ante el calentamiento global

Diversos métodos están siendo investigados para mejorar el desempeño térmico de edificaciones existentes

El sombreamiento de la fachada permite reducir la incidencia de la radiación solar directa disminuyendo / Foto: IIGE

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha establecido la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. Con el pasar de los años, ha existido un aumento en la frecuencia de altas temperaturas registradas y se pronostica que la temperatura ambiente aumentará 1,5 ? en promedio durante los próximos 20 años. Los efectos del cambio climático han incrementado su frecuencia e intensidad, siendo más evidentes en diversas partes del mundo. En Europa, el Instituto de Salud Global de Barcelona asocia al calor más de 61,000 muertes entre mayo y septiembre de 2022. En Los Ángeles, Estados Unidos, se estima que para el año 2090 la tasa de mortalidad aumentará siete veces debido a las altas temperaturas. Este aumento de la temperatura global tendrá implicaciones serias que impactarán tanto las construcciones existentes como las futuras, afectando el confort térmico y aumentando el consumo de energía. Actualmente, los estándares y códigos de construcción no están preparados para afrontar las implicaciones del calentamiento global.

El confort térmico es la sensación de bienestar que una persona percibe en relación con la temperatura de su entorno. Esta sensación térmica es subjetiva y depende de características tanto fisiológicas como psicológicas. Un entorno térmicamente confortable no solo mejora la calidad de vida, sino que también ayuda a reducir el consumo energético en equipos de climatización. Por ello, es fundamental centrar estudios en la respuesta de los ocupantes al estrés térmico, considerando los efectos del cambio climático. Diversos métodos están siendo investigados para mejorar el desempeño térmico en edificaciones existentes, como el uso de estrategias pasivas para reducir el estrés térmico. Entre estas estrategias destacan la ventilación cruzada y el sombreamiento de la fachada. Por otro lado, para las nuevas edificaciones es necesario adoptar estándares más eficientes, como la aplicación de diseños bioclimáticos, una orientación adecuada del edificio, el uso de materiales con alta capacidad de aislamiento térmico y la incorporación de techos o fachadas verdes.

Cada zona tiene particularidades climáticas, por lo que, al hablar de confort térmico, es necesario realizar estudios locales que se ajusten a las problemáticas específicas del sitio. El Instituto de Investigación Geológico y Energético (IIGE) ha evaluado el confort térmico mediante normativas internacionales (ASHRAE 55 y EN 15251) en viviendas sociales de la ciudad de Guayaquil, una zona cálida y húmeda con altas temperaturas y alta humedad relativa. A pesar de cumplir con estas normativas, no se garantiza un espacio térmico adecuado para los ocupantes, ya que dichas normas están diseñadas para otros tipos de climas donde la humedad relativa no representa un riesgo significativo.

En sus últimas investigaciones, el IIGE evaluó el impacto de la humedad relativa en una vivienda en las Islas Galápagos y encontró que los rangos de disconfort varían entre el 9,17 % y el 16,24 %, según las normativas internacionales (ASHRAE 55 y EN 16798-1), que no consideran la humedad relativa. Sin embargo, al utilizar el Índice de Calor (HI), una métrica que evalúa el riesgo para la salud asociado al calor considerando la humedad relativa y la temperatura del aire, se identificaron habitaciones con temperaturas críticas. En estas, los ocupantes estuvieron expuestos a riesgos asociados al calor el 30 % del tiempo, y durante el 5 % de las horas enfrentaron un riesgo extremadamente peligroso. Estos hallazgos subrayan la importancia de implementar soluciones locales de confort térmico, principalmente en las viviendas sociales ubicadas en climas cálidos y húmedos, que son las más vulnerables. https://bit.ly/3ZPGrzw 

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