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Energía
¿Coca codo en peligro?
La emergencia sanitaria no ha permitido aún que los estudiosos se acerquen a la zona. Falta tener una idea más clara e independiente del peligro potencial de este fenómeno
El 28 de septiembre de 2010, a las 07h05, el volcán Reventador hizo notar su presencia. Para entonces, a sus pies ya se construían campamentos y se empezaban a desviar las aguas del río Coca.
La que sería la más grande hidroeléctrica, empezaba a tomar forma. Haciendo honor a su nombre, se han documentado 16 erupciones en 500 años. En realidad, el Reventador nunca está en calma. Para los vulcanólogos, está en constantes procesos eruptivos. El último había empezado en 2002 y recrudeció en 2010. “Una nube gris se elevó 500 metros sobre la cumbre, con dirección al norte”, reportó el jefe de Bomberos de Quijos.
Quizá fue un llamado de atención del volcán. Con la central hidroeléctrica, el río que apacigua su ira estaba por perder las tres cuartas partes de su caudal. Y su hija más alta y más preciada, la cascada San Rafael, vería apagada su majestuosidad. Nadie le hizo caso al coloso.
Todo se paga
El 2 de febrero de 2020, la cascada simplemente desapareció. Una inusual erosión dio al traste con el mayor salto de agua del país. Los 150 metros de caída libre eran sitio obligado de visitas turísticas.
Lo más grave es que esa erosión continuó. Dos meses después, el retroceso de la cascada superó el kilómetro y medio río arriba. Por allí, enterrados, pasaban los dos oleoductos del país: el SOTE de Petroecuador y el OCP de capitales privados. Junto a ellos un poliducto que lleva diésel y gasolina desde Quito hasta Lago Agrio.
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