Energía
Colombia: la industria petrolera enfrenta una de sus peores crisis
Entre enero y julio, la producción de crudo alcanzó un promedio de 746.826 barriles diarios.


Entre enero y julio, la producción de crudo alcanzó un promedio de 746.826 barriles diarios./ Foto: cortesía
Bogotá- El sector petrolero colombiano, antes impulsor de la economía del país, hoy enfrenta un panorama complejo. La combinación de la caída en la producción, bajos precios internacionales y un desplome de la inversión amenaza la estabilidad fiscal del país y complica el camino hacia la transición energética.
Producción en descenso
Según cifras de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), entre enero y julio la producción de crudo alcanzó un promedio de 746.826 barriles diarios, lo que representa una reducción del 4,3 % frente al mismo periodo de 2024. Abril fue el mes más complejo: la producción cayó 9,6 %, alcanzando el nivel más bajo desde junio de 2021.
Este retroceso golpea directamente a las finanzas públicas, pues Colombia depende en gran medida de las regalías petroleras para financiar programas sociales y proyectos de diversificación productiva.
Ecopetrol, la estatal y principal petrolera del país, sigue sin levantar cabeza. En el reporte del segundo trimestre de 2025, la empresa reportó utilidades por $ 1,81 billones llegando a niveles de pandemia en 2020. La caída fue de 46,4 % si se compara con el mismo periodo del año anterior, cuando las ganancias sumaron $ 3,37 billones.
Según informó el medio económico La República, desde que Gustavo Petro asumió como presidente, la petrolera ha venido disminuyendo de manera constante ingresos y ganancias.
Factores externos: precios a la baja y volatilidad geopolítica
La coyuntura internacional también ha jugado en contra. La guerra en Ucrania, los conflictos en Medio Oriente y la política energética de Estados Unidos bajo la administración Trump han presionado los mercados.
A ello se suma la decisión de la OPEP+ de aumentar en 411.000 barriles diarios su producción desde mayo, lo que ha mantenido el precio del petróleo en un rango de entre $ 60 y $ 70 por barril. Este nivel limita la rentabilidad de los proyectos colombianos y ya se refleja en las exportaciones: en lo corrido de 2025, el valor exportado cayó 15,4 %, con una disminución de 2,5 % en volumen.
Choques internos: atentados y bloqueos
La crisis no solo obedece a factores externos. En abril, atentados contra el Oleoducto Bicentenario obligaron a suspender la producción en Caño Limón (Arauca), mientras que bloqueos comunitarios afectaron operaciones en Rubiales y Caño Sur Este (Meta).
Como consecuencia, el subsector petrolero, que representa el 60 % de la actividad de minas y canteras, acumuló una contracción de 5,3 % en 2025. El carbón, con un peso cercano al 20 % en el sector, también sufrió una caída de 10,7 %, llevando a que el valor agregado de minas y canteras se redujera en 7,6 %.
Inversión exploratoria en mínimos históricos
Uno de los aspectos más preocupantes es el desplome de la inversión exploratoria. La actividad de taladros, indicador clave para medir la exploración se redujo 27,7 % entre noviembre de 2022 y julio de 2025, pasando de 60 a solo 31 equipos activos.
La Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP) proyecta que la inversión exploratoria en 2025 será de $ 740 millones, 18 % menos que en 2024 y el nivel más bajo en cuatro años. A esta tendencia se suman la minería ilegal, los atentados terroristas y los bloqueos sociales, que agravan la incertidumbre para el sector.
Además, petroleras como Exxon Mobil (2023) o Shell (2025) anunciaron el cierre de sus operaciones en Colombia, mientras Chevron (2020) vendió algunos de sus activos a Ecopetrol.
Riesgos fiscales y dilema energético
El impacto ya se refleja en las cuentas del Estado. En el primer trimestre de 2025, las regalías por hidrocarburos cayeron 5,3 % frente al mismo periodo del año anterior. Además, la balanza de pagos se deteriora y el peso colombiano enfrenta mayor presión frente al dólar.
El centro de pensamiento ANIF advirtió que “mientras el país busca acelerar su transición energética, se queda sin recursos para financiarla”. La paradoja plantea un dilema para la política económica: cómo mantener la estabilidad fiscal mientras se avanza en la descarbonización.
“La realidad actual exige medidas urgentes para estabilizar un sector que sigue siendo fundamental para las finanzas públicas y la estabilidad macroeconómica”, concluyó el informe de ANIF.
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